Cada vez que tenemos un problema y pretendemos que alguien nos ayude a solucionarlo, tenemos dos fantasías recurrentes.

La primera es que alguien nos va a dar la solución adecuada. Y la segunda es que para ello tendremos que explicar al profesional en cuestión las cosas tal y como son.

Pero resulta que "las cosas tal y como son" significa en verdad "tal cual las entiendo yo (que lo estoy contando)". Todos observamos la realidad según un cristal determinado y subjetivo. De hecho, no hay "miradas objetivas". Pero nos compete comprender a través de qué tipo de lente miramos, porque de eso depende "lo que vemos".

Vista tormentaAquí tenemos un problema importante. Hemos dicho que la conciencia solo recuerda lo que es nombrado. Esto significa que, si nos acontece algo que nadie nombra, no lo recordamos ...

Podemos haber vivido algo, y no recordarlo. Y contrariamente, podemos no haber vivido algo, y sin embargo, si ha sido nombrado por alguien importante durante la infancia, recordarlo como si fuera una verdad incuestionable. 

Creo que el gran obstáculo que tenemos en la actualidad la mayoría de los seres humanos - y que es la clave para comprender globalmente la conducta humana - es el sometimiento infantil en el que permanecemos, como consecuencia del poder del discurso materno.

Palabras dichas, repetidas una y otra vez desde una determinada lente - la de la madre (en la mayoría de los casos) - y que, en nuestro carácter de niños pequeños, hemos adoptado como la única lente posible desde donde vivir.

El modo en que luego perpetuamos este "mirar", cargando una larga herencia de mandatos, prejuicios, miedos, moral, conceptos filosóficos, religiones y secretos, nos deja devastados.

Sin saber quienes somos. Preguntando a diestra y siniestra qué está bien y qué está mal. 

Extracto de 'El poder del discurso materno' Laura Gutman